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Viaje multidestino, una nueva forma de conocer mundo

  • Foto del escritor: Laraprzjmn
    Laraprzjmn
  • 12 ago 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 19 feb 2020



Hace un año emprendí una aventura que aun recuerdo como si hubiese sido ayer. Estábamos pensando en ir de vacaciones a los lugares típicos: Valencia, Mallorca, Málaga… pero Skyscanner nos dio la oportunidad de hacer algo diferente. Encontramos un vuelo a Luxemburgo. ¡40 euros ida y vuelta! Todo un chollo.


Empezamos a investigar qué podíamos ver por allí y nos dimos cuenta que había varios países cerca, así que decidimos hacer una ruta multidestino. De esta forma, llegamos al aeropuerto de Luxemburgo un domingo y aprovechamos las 5 horas y media que permaneceríamos allí para patearlo. Un lugar sorprendente por la naturaleza que le rodea, el castillo inmenso que destaca entre las pocas calles que lo componen. Una visita totalmente imprevista, pero que mereció mucho la pena.


Luxemburgo

Recuerdo coger un autobús hasta nuestro siguiente destino recién entrada la tarde. Después de 6 horas llegamos. Ámsterdam sería nuestro lugar de residencia durante las dos noches siguientes. En mi memoria están los colores neutros de sus calles y las innumerables bicicletas, con las que había que tener más cuidado que con los vehículos de motor. Sus canales y sus iglesias, su lluvia intermitente y el ferry que cruzaba hasta el otro lado de la ciudad. Es justo como te lo imaginas, quizá un poco más pintoresca.


Ámsterdam

Una de las actividades más destacables (y gratuitas) fue la visita al barrio rojo de noche. No dejan fotografiarlo, pero aunque así fuese, ninguna imagen puede mostrar las sensaciones de pasear por sus calles y sus exóticas tiendas. Otra curiosidad digna de mencionar es que la prostitución está legalizada y se ejerce en dicho barrio, lo cual da mucho que pensar, entrando en un debate en muchos casos intenso y con varios puntos de vista.


Mi actividad favorita, de la que más me hubiese gustado hablar, no pude realizarla; la visita a la casa de Ana Frank. Por ello, mi consejo si estás planeando un viaje a esta ciudad es reservarlo con mucha antelación, casi nunca quedan entradas. Pero si os pasa como a mí, podéis coger el ferry hasta el otro lado de la ciudad y balancearos en el columpio más alto de Europa.


Columpio más alto de Europa

Despedimos Ámsterdam y cogimos un autobús para pasar la noche en otra ciudad holandesa, Rotterdam. No estuvimos mucho tiempo, pero fue lo suficiente para poder destacar el increíble contraste entre esta ciudad y su capital. Mientras que Ámsterdam es una ciudad grande y familiar, Rotterdam parece el centro económico de Holanda. Sus rascacielos y sus habitantes en traje es el atuendo habitual de sus calles. Aunque también tiene elementos turísticos, como las casas cúbicas.


Puesto que pasamos más parte de la noche que del día en esta ciudad, tenía que comentar el hotel. Nosotros nos alojamos en un Ibis del centro de la ciudad, muy cerca de la estación de trenes. La habitación era muy acogedora y cómoda (dato muy importante a la hora de realizar este tipo de viajes, al menos para un par de noches).


Casas cúbicas

De madrugada abandonamos Holanda para dar la bienvenida a Bélgica. Fue un viaje largo en tren, pero al fin llegamos a su ciudad de cuento: Brujas. De todo el viaje, tengo que decir que es la ciudad que más me gustó con mucha diferencia. Sus canales y sus casas rústicas parecen sacados de una historia de Walt Disney.


Existe un bonito parque con multitud de patos y cisnes. Sus dos plazas principales están muy juntas y casi toda la vida de la ciudad se concentra allí. Si algún día vas a Bélgica, no te puedes perder esta visita, tan solo te costará una hora de ida y otra de vuelta desde Bruselas. En cuanto al hotel, solo puedo decir que durante la noche tuvimos la "grata" compañía de innumerables mosquitos que se alimentaban de nuestra sangre.


Canales de Brujas

Grote Markt

El día siguiente nos tocaba partir a Bruselas, pero antes decidimos hacer una parada de un par de horas en otra ciudad que nos habían recomendado: Gante. Bajo mi punto de vista tengo que decir que me decepcionó un poco. Aunque sí es verdad que la temática de sus calles sigue siendo la misma de personajes de cuento, y además, cuenta con un castillo enorme en el centro de la ciudad digno de fotografiar.


Castillo de Gante

Último destino: Bruselas. Dicen que lo mejor se deja para el final, pero este no es el caso. Bruselas no deja de ser una capital europea con sus peculiaridades. Comer un gofre en la plaza Damn, comer patatas fritas, decepcionarse con el Manekin Pis y visitar el Atomium son actividades que no puedes olvidar, pero más allá de eso… No hay mucho más que comentar. Tan solo recuerdo puestos de comida por las calles llenos de avispas. Una visita obligatoria, pero que no te tiene por qué llevarte más de un día completo.


Atomium

Grand Place

Y nuestra aventura acabó allí, cogiendo de nuevo un autobús hasta Luxemburgo y tachando tres países más del continente europeo. Un viaje que no solo te muestra otras culturas, sino que te hace vivir el contraste de ellas en un corto periodo de tiempo. ¡Ojalá todos fuesen así!

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