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#TesorosDeGuadalajara: Alto Tajo

  • Foto del escritor: Laraprzjmn
    Laraprzjmn
  • 10 may 2023
  • 4 Min. de lectura

Si pensamos en parajes verdes, aguas cristalinas y faunia de diferentes especies, quizá nuestra mente haya viajado fuera de nuestras fronteras. Una isla desierta, una pequeña ciudad alejada de una de las capitales europeas del norte o un pueblo en mitad de Asia. Pero nunca nos paramos a pensar en nuestro alrededor.


Podríamos hablar de globalización, interconexión y multitud de conceptos que nos mantienen a espera de nuestra siguiente aventuras a miles de kilómetros. Pero hoy vengo a detallar uno de los tesoros mejor guardados de España, siguiendo el hilo que empecé hace más de dos años bautizado como #TesorosDeGuadalajara y tuve que dejar por diferentes motivos.







Aguas cristalinas y mucho verde


Con la llegada de mayo el calor se aproxima por el horizonte, cada vez más rápido y con más fuerza. Lo que nos hace empezar a navegar por diferentes páginas de viajes hasta encontrar la mejor oferta en la playa y soñar hasta que llegue ese fin de semana que nos hemos reservado con tantas ganas. ¿Qué me dirías si no hiciera falta esperar tanto para ir tan lejos?


El Alto Tajo es una zona del norte de Guadalajara, limítrofe con Cuenca, que nos deja grandes parajes naturales. A unas dos horas de Madrid nos encontramos diferentes pueblos que conforman una comarca llena de preciosos rincones. El agua color cristal y los animales que campan a sus anchas son solo algunos de los tesoros que nos podemos encontrar.


Viernes: Poveda de la Sierra


Mi visita duró un fin de semana. Llegamos sobre las 9 de la noche del viernes a una casa rural compuesta por dos apartamentos bien equipados que se sumaban a una sala común a disposición de los huéspedes. Poveda de la Sierra fue el destino que elegimos para dormir.


Sábado: Zaorejas


Sobre las 10:30 de la mañana salimos hacia nuestra primera ruta del día. A 40 minutos de Poveda, se encontraba Zaorejas. Es cierto que no llegamos a visitar el pueblo, pero si sorprende tanto como sus alrededores, merece la pena pasarse por allí.


Aparcamos en el puente de San Pedro, que cuenta con dos aparcamientos, uno de caravanas, y otro de turismos. Allí comenzamos una ruta circular que pasaba por mitad del río. Nuestra primera parada fue en un mirador que en invierno debe tener una cascada, pero en esta época del año el agua escasea.


El lugar se reconoce porque cuenta con un buzón que contiene una caja con, entre otras cosas, una libreta donde la gente puede firmar y apuntar sus pensamientos para después volver a dejarlos hasta el siguiente que llegue. (Si quieres saber qué pusimos, tendrás que ir hasta allí para averiguarlo).


La ruta continua por diferentes paisajes. Desde altos árboles, hasta praderas y lagunas llenas de sapos. Tendrás que atravesar un puente y continuar por un camino sin apenas sombras. Al final del sendero encontrarás un paseo de madera que guarda el mirador de Zaorejas. Además, si no eres de andar o vas con prisas, puedes llegar en coche o moto, las vistas van a ser igual de espectaculares.


Después de comer acabamos la ruta donde la empezamos, aunque con menos agua a causa del calor. Por suerte, en frente del mismo parking hay una parte llana donde el río está calmado y permite darse un baño. Nosotros no íbamos preparados así que solo mojamos los pies, pero había gente buceando y nadando en ese pequeño oasis.



Sábado: santuario Virgen de la Hoz


Después de la primera ruta, nos dirigimos 40 minutos hasta Corduente, donde se encuentra el santuario de la Virgen de la Hoz. En mitad de un barranco, se trata de un lugar pequeño y acogedor que cuenta además con una fuente para poder hidratarse. Justo detrás están unas escaleras colocadas con intención de poder subir a ver las vistas que te deja esta otra parte del Alto Tajo.


En mitad de la subida tenemos un primer mirador y a la izquierda una zona rocosa en la que también puedes caminar. Si subes hasta arriba encontrarás un mirador cercado por una valla y un camino entre árboles que sigue hasta el pueblo de Corduente. Allí descansamos un rato hasta volver a Poveda mientras disfrutábamos la brisa que corría por las alturas del acantilado.





Domingo: Salto de Poveda


Un fin de semana puede ser corto, pero si lo aprovechas bien da para mucho. Ya en domingo, decidimos hacer una última ruta para aprovechar el tiempo y descubrir la zona en la que nos alojábamos. Como el resto de caminos que transitamos, estaba todo muy bien señalizado y, si en lugar de senderismo prefieres acercar a relajarte, este es también tu destino.


El camino está lleno de paradas que en verano se convierten en campamentos para niños. En cambio en la fecha que elegimos había muy poca gente y se pudo disfrutar mejor del paisaje. Caminamos entre más árboles, lagartijas y sapos hasta llegar al mirador de una gran cascada que da nombre al titular de estos dos últimos párrafos.


Si sigues hacia delante, tras subir unas escaleras encontrarás una laguna en la que también está permitido bañarse acompañado por los peces que viven en el agua. El camino que seguimos iba junto al río, y aunque el nivel del agua ha bajado bastante, el paraje todavía es digno de pararse a. hacer una foto.





Un poco más adelante, de nuevo junto a la cascada, encontrarás también un bar para sentarte y brindar por la experiencia que está a punto de terminar. De hecho, después de eso cogimos el coche, volvimos a Poveda para comer en su restaurante y nos volvimos a nuestros respectivos hogares.





Un oasis de paz al alcance de tu mano


Hace unos días, hablando con mis compañeras de trabajo, comentábamos la suerte que teníamos de vivir en un país como el nuestro. Amigos de ellas que venían de visita desde Asia se lo recordaban mientras visitaban los rincones en los que nos hemos criado. Hoy me he parado a pensar en esa reflexión de turistas y mi única conclusión es que sí, que la suerte está en casa y es una pena no aprovecharla.



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